Silvino Báez y Gabriela Sosa compartieron una caja llena de recuerdos que Fernando había guardado para sí mismo
La última semana el juicio por el brutal asesinato de Fernando Báez Sosa fue especial, empezando por el fin de las audiencias y siguiendo con el tercer aniversario del día en que la vida del joven estudiante de abogacía de 18 años fue arrebatada de sus manos por un grupo de ocho rugbiers en Villa Gesell. Bajo estas circunstancias y con las emociones a flor de piel, Silvino Báez y Gabriela Sosa compartieron una pequeña caja de cartón que su hijo guardaba entre sus recuerdos, en ella había metido sus sueños y valores escribiendo una carta que acompañó la presencia de objetos especiales.
“Creo que dentro de 10 años voy a estar haciendo lo que me gusta y disfrutando mi vida. Poder cumplir los sueños, objetivos y expectativas que tengo, darles regalos a mis padres, tratando de darles lo que me dieron”, empezó Fernando y agregó: “Espero ya tener una pareja, una estabilidad y comodidad económica. Amor, familia, amistades, cariño, unión, felicidad, conocimiento, viajar, conocer y conectarme. Mi misión es conectar, amar, brillar y servir. Mis valores centrales son amistad, independencia, placer, relaciones valiosas y el tiempo libre al servicio de las personas, la exploración de la mente, los deportes y la autoayuda”, deseo en su carta escrita a mano.
De esta manera, la redacción de la víctima había sido guardada por ella misma en una caja celeste de zapatillas. Junto a esta había metido su chupete de nacimiento, 12 medallas que consiguió participando en competencias deportivas, souvenirs de cumpleaños de 15 y un muñeco del Hombre Araña que había sido cocido por su madre un día que “lo había llevado al colegio y volvió descuartizado”.
“Necesitamos justicia, paz para seguir viviendo un poco más. No es fácil, cada día nos cuesta más la ausencia de Fernando. Cada vez que me levanto a la mañana es como levantarme con una bolsa enorme a la espalda. Es un peso encima”, había dicho Silvino durante su discurso en la reunión que tuvo el tercer aniversario del asesinato de Fernando Báez Sosa en Dolores.
