La mujer que cumplió el sueño de vivir frente al mar en su “casa de botellas”

Elina visitó un balneario Los Ángeles cerca de Necochea y se enamoró. Ahoa cumplió el sueño de vivir en su casa de botellas frente al mar.

Hace 12 años, Elina visitó el balneario Los Ángeles, ubicado a 30 kilómetros de Necochea, y se enamoró del paisaje y la tranquilidad del lugar. Había un terreno a la venta, pero era una misión imposible. ¿Quién no quisiera vivir frente al mar?

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Charló con la dueña para darle los únicos ahorros que tenía a modo de seña, y comenzó una carrera contra el tiempo. Hoy viven 35 personas en la localidad, y ella es conocida por su hogar ecológico que levantó con sus propias manos; frente al mar.

Desde siempre, Elina Monferrer soñó con vivir en una casa frente al mar. Su historia es de película, está llena de significado, coincidencias que inspiran, y el hilo conductor es su tenacidad para convertir aquel anhelo en la realidad de su día a día.

Hace seis años que se despierta y se acuesta con el sonido de las olas, en medio de la paz y tranquilidad del Balneario Los Ángeles, una localidad costera que se encuentra a 30 kilómetros de Necochea, Provincia de Buenos Aires.

Vive en una casa ecológica, que levantó con su propias manos, con paredes hechas con botellas de plástico, y algunas de vidrio, que dejó a la vista para ponerle impronta a su hogar.

Tiene unos 35 vecinos que habitan de manera permanente, y cada verano se duplica la cantidad de gente que va a pasar allí sus vacaciones. Más de uno se enamora de las vistas y se plantea la posibilidad de mudarse. “Está creciendo a pasos agigantados, porque es hermoso, para mí es el mejor lugar del planeta, y la mejor playa de la costa”, expresó.

“Trabajo en mi despensita, que es como un kiosco donde tengo un poco de mercadería para vender, y como estoy muy cerquita de la playa, vienen a comprarme chipá para los mates”, cuenta, mientras prepara “la receta de los ancestros”, como suele decir cuando le preguntan qué ingredientes usa.

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Nacida en la provincia de Corrientes, heredó aquellos secretos culinarios de su familia, y más adelante se mudó a Villa Angela, en Chaco.

Si hay algo que la caracteriza, además de su don para brindar ayuda, es la versatilidad. Dicho en sus propias palabras, trabajó de “millones de cosas”. Hizo la carrera de bibliotecaria, y pudo ejercer en una escuela secundaria, donde estuvo un buen tiempo.

“Cuando me separé de mi primer marido, después de un matrimonio muy difícil y caótico, decidí salir de Villa Angela e irme a Benito Juárez, donde conseguí entrar a otra biblioteca, pero solo durante unos meses, después no me dieron más trabajo, y ahí empecé a deambular por varios laburos”, relata.

Para ese entonces ya había sido madre de su primera hija, y con tal de mejorar su situación probó suerte en varios rubros: vendió seguros, mutuales, se puso un puesto de choripanes en medio de la ruta con una amiga, y nada resultaba estable.

“A los tres años conocí un muchacho, nos casamos, y nació mi segunda hija, pero no funcionó la pareja, y desde ese momento preferí estar sola, con las alas desplegadas. Amo mi libertad”, sostiene con convicción.

El giro del destino llegó cuando otra amiga la recomendó para un trabajo en Italia, que consistía en preparar comidas argentinas en un restaurante durante tres meses, y la contratación incluía el sueldo, los pasajes y los gastos de estadía cubiertos.

“Como yo había atendido rotisería durante un tiempo, y sabía cocinar variado, ella pensó en mí, y yo estaba en la lona; lo hablé con mis hijas, que todavía eran chicas, pero sabían que la situación no era buena, y me dijeron: ‘Mamá, andá’”, rememora.

Ahorró cada euro de aquella experiencia, y ni bien regresó se dio cuenta de que debía invertirlo en algún proyecto. Hubo otra mudanza más, hacia Tandil, donde alquiló una casa grande con varias habitaciones y puso una pensión para estudiantes de universidades.

Le pidió a sus hermanos todas las camas que no usaran, compró colchones, restauró mobiliario que tenía, y la apuesta valió la pena. Para complementar los ingresos consiguió un segundo trabajo en una biblioteca popular, y en 2018 se jubiló como bibliotecaria.

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