Javier Ortega Rojas es el nombre del asesino serial que revolucionó a la sociedad de Caracas por la brutalidad de sus crímenes contra personas que vivían en situación de calle.
El identificado como Javier Ortega Rojas para la Justicia venezolana, pero conocido como “el matamendigos” o “el triturador de cráneos” para la prensa, es el nombre de un asesino serial que durante el año 2004 acabó con la vida de al menos 10 indigentes en Venezuela. Su historia no solo se destaca por la cantidad de actos criminales, sino que también por la manera en que los cometía: cuando estaban dormidos los golpeaba en la cabeza con adoquines.
Nacido en 1971, este sujeto generó pánico en Caracas entre las personas que vivían en situación de calle, las pedían limosnas o aquellas que juntaban latas para luego venderlas y obtener algo de dinero. El de apellido Ortega Rojas trabajaba como recolector de residuos en las calles de la capital venezolana y se cree que sus crímenes tienen que ver con enfrentamientos con estas víctimas por abrir las bolsas de basura para obtener comida u objetos poner en venta.
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Las misteriosas muertes -mató a nueve hombres y una mujer- comenzaron en 2004 en el centro de Caracas-, donde la mecánica criminal era siempre la misma: lanzar una piedra de grandes dimensiones en la cabeza de las víctimas cuando estas dormían. Dicho modus operandi a la hora de llevar a cabo sus homicidios fue el que le valió en la prensa venezolana el apodo de “triturador de cráneos” o de “exterminador”.
Los indigentes y aquellos que juntaban latas – que en ese país los llaman “lateros”- estaban aterrados por esta ola de homicidios, por lo que comenzaron a dormir en grupos o a hacerlo de día, para estar atentos durante las horas cuando actuaba el asesino. Ortega Rojas fue identificado por indigentes como el criminal serial, dato que fue chequeado luego de que la Policía siguiera por varios días los recorridos de los camiones de basura por las zonas donde habían ocurrido las muertes.
El 15 de julio de 2004, finalmente, el criminal conocido popularmente como “el matamendigos” fue detenido por los uniformados en su propia vivienda, situada en El Junquito, a unos 20 kilómetros de Caracas. Ortega Rojas fue llevado a prisión y la investigación posterior buscó determinar si este sujeto había actuado solo o si tenía cómplices a la hora de asesinar a sus víctimas. No obstante, no se hallaron indicios de que pudiera actuar con otras personas a la hora de llevar a cabo sus crímenes, cuyo modus operandi no solo logró impactar en la sociedad de Venezuela, sino también creo conmoción en otras partes del mundo.
