Se trata de una estatuilla ubicada en un pueblo de Santiago del Estero a la que atribuyen poderes para curar enfermos
En Vinará, una pequeña estatua de la Virgen de la Inmaculada Concepción es el foco de atención para los creyentes y curiosos por su peculiar “lagrimeo de sangre”. Testigos del pueblo de no mucho mas de dos mil habitantes han registrado el sobrenatural fenómeno al menos catorce veces durante el 2022.
Según relatos adquiridos por los medios, la figura había llegado en el año 1973 al pueblo y solo tuvieron que pasar tres días para que comience a largar sus primeras lagrimas por el frio yeso, fue en ese momento que el fenómeno comenzó a guardarse entre los habitantes del lugar por casi cincuenta años.
Fue recién durante este año que, debido a la gran cantidad de episodios atestiguados, los creyentes del pueblo decidieron compartir su muy cuidado secreto, cuando una de las más inexplicables actuaciones de dio en presencia del periodista Omar Villavicencio. “De repente experimenté algo en el cuerpo, algo muy grande por dentro. Levanté la mirada y vi el rostro pálido de la Virgen y noté que lloraba. Por un momento vi un rayo de sol que le iluminaba la cara y percibí por segundos un perfume a rosas, todo eso me impactó. Inmediatamente recordé la película de la Virgen de Fátima y la danza del sol”, confesó el profesional.
El fenómeno tomó tanta fama en Vinará que comenzaron a atribuirle milagros curativos luego del caso de Olivia, una niña que fue diagnosticada con un tumor cancerígeno. La familia de la infanta se encontraba angustiada por la situación. “Un día una amiga, cuando yo estaba en Vinará, al verme tan angustiada por mi nieta me dijo: ‘¿vos viste que llevaron a la virgen el 27 de abril a Termas y sabes que no nos dejaron estar porque la Virgencita empezó a llorar unos lagrimones?’. Y me sugirió que hiciera una promesa”, contó su abuela, Mercedes. “Le hablé a Moni y le pedí que, de mi parte, le pidiera a la Virgen la sanación de mi nieta. porque a ella la escucha más. Una mañana yo fui desesperada a la Capilla y vi que a la Virgen le caían las lágrimas en la quijada y un muchacho me ayudó a levantar las lagrimitas en una botella. Yo le traje a Oli y se las pusimos en el ojito”, narró uno de sus más esperanzados secretos agregando que luego de mojar el ojo de la niña esta comenzó a mejorar y terminó por vencer el cáncer.
